martes, 11 de noviembre de 2014

Retrato de la ansiedad

Si tu ansiedad pudiese dirigirse a ti probablemente te diría algo así...

¡Hola!
Soy la ansiedad, no te asustes… vengo en son de paz, por cierto, ¿por qué te asustas tanto ante mi presencia?
Digo, sé que te sientes horrible cada vez que aparezco, que te desesperas y quisieras mandarme a volar, sé que si pudieras… me matarías, sobre todo porque crees que soy yo la que te quiere matar o hacer daño, pero créeme, si no te he matado, no lo voy a hacer.
No estoy aquí para hacerte daño, mucho menos para volverte loco, creo que ya te lo he demostrado cada vez que llego a tu cuerpo, monto una escena y  te asusto, pero al final del día… no te he matado, no te has vuelto loco.
Si pudiera, lo haría, pero esa no es mi idea.
La verdad es que aparezco y te hago sentir todo eso porque no había logrado encontrar otra manera de hacerme escuchar por ti, estabas tan ocupado tratando de tener éxito, productivo y de demostrarle a los demás que eres digno de ser amado… que no escuchabas mis pequeñas señales.
¿Recuerdas esa vez que te dio un dolor de cabeza? ¿O cuando tuviste insomnio por más de 2 horas? ¿O qué tal esa vez que sin razón aparente te soltaste a llorar?
Bueno, pues todas esas veces era yo tratando de que me escucharas, pero no lo hiciste, seguiste con tu ritmo de vida, seguiste con tu misma manera de pensar… Entonces intenté algo más fuerte, hice que te temblara el ojo, que se te taparan los oídos y que te sudaran las manos… pero tampoco me quisiste escuchar.
Aunque aquí entre nosotros, los dos sabemos que sentías mi presencia, es por eso que cuando te quedabas tranquilo… o era momento de estar sólo contigo mismo, en soledad… te empezabas a poner nervioso, como si algo te impidiera quedarte quieto.
Te desesperabas, porque no “entendías” con tu mente racional lo que estaba pasando, y claro, con tu mente racional no me ibas a entender.
Así que por eso, me he rendido y decidí escribirte.
Y te felicito si estás leyendo lo que te digo, porque significa que ya tienes el valor de escucharme, y créeme, nadie mejor que yo sabe de tu gran habilidad para evitarme y salir corriendo, huyendo de mí como huirías del monstruo en el bosque oscuro.
Como esas veces que me evitas y te distraes embobándote horas con la televisión, viviendo las vidas de otras personas que ni conoces para no enfrentar que la tuya no te gusta.
O qué tal, de esas veces que con un par de copas lograbas adormecer tus nervios e inquietud; y ni qué decir de esas otras substancias que más allá de adormecerte, te fugan de esta realidad que no quieres enfrentar.
Pero bueno, espero que ahora estés listo para enfrentar tu realidad y escucharme por fin.  Espero que estés listo para enfrentar la verdad de tu vida y de ti mismo tal y como es, sin máscaras, sin atajos… sin pretensiones.  Así que aquí te van las cosas como son.
Lo único que llevo tratándote de decir todo este tiempo, es que… ya es tiempo de evolucionar, necesitas hacerlo, no hay de otra.
Necesitas crear cambios muy profundos dentro de ti, pues por alguna razón, en realidad no estás disfrutando de tu vida y no te sientes pleno.  Por eso yo estoy aquí, para ayudarte a recuperar esa plenitud que vive dentro de ti, y para lograrlo, tendrás que deshacerte de lo que te impide contactarla.
Estoy aquí para ayudarte a ver precisamente qué te impide contactar con tu sentido de vida, con tu pasión por vivir, con tu alegría y con tu verdadero ser que es tu esencia.  Cada vez que yo aparezca en tu vida, será porque por ti mismo no te has dado cuenta que no estás siendo pleno y feliz, así es que si vuelvo a aparecer, no te asustes… mejor agradéceme que llegué y escúchame.
Y si realmente me escuchas, no tardarás en hacer los cambios que necesitas hacer en tu vida, los harás de inmediato, claro, eso si realmente quieres sentirte bien de nuevo, todo depende de qué tanto quieras. Y sé que sí quieres, pero a la vez sé que quieres seguir en tu confort y en tu comodidad por vivir con lo “conocido”, aunque eso conocido te haga daño.
Prefieres seguir buscando la aprobación y aceptación de los demás, haciendo hasta lo imposible por llamar su atención; buscando seguridad en otras personas menos en ti; prefieres que los demás sean responsables de tu persona que tú mismo, y claro, te entiendo, todos quisiéramos regresar al vientre de nuestra mamá y despreocuparnos de todo.
Pero… te tengo una noticia, solamente entrando a un cueva podrás acercarte a esa experiencia.  Mientras tanto… necesitas asumir que eres responsable de ti y que solamente tú me podrás escuchar, y cuando me escuches y yo vea que ya me hiciste caso, créeme que me iré.  Solamente tú puedes hacer que me vaya.
Y eso es algo muy importante que te quiero decir, en verdad me iré en cuanto vea que estás haciendo esos cambios en tu vida, cuando vea que estás en camino a tu evolución y que estás dispuesto a crecer y recuperarte a ti mismo.  Mientras no lo hagas… aquí seguiré.
En conclusión, si hoy estoy aquí, es porque me necesitas.
Necesitas de mí para modificar tu manera de interpretar tu realidad, la cual, déjame decirte que está un poco distorsionada. Necesitas deshacerte de creencias que no te ayudan y que nada más te limitan; necesitas perdonar todo ese enfado que guardas a tus seres queridos y recuperar tu libertad interior.
Y sobre todo, necesitas de mí para hacer lo que te gusta de la vida, para ser tú mismo, y perder el miedo al rechazo o abandono de los demás.
Necesitas de mí para ponerle límites a las personas que te lastiman; para que te llenes de valor y aprendas a decir que “no”; para que dejes de mendigar amor con quien no te merece; para que dejes de depender de la existencia de tu pareja para ser feliz; para que de una vez por todas… ¡cuides tu cuerpo!
¿De qué otra manera le habrías puesto atención a tu cuerpo? Digo, probablemente de muchas maneras, pero ésta está funcionando. Necesitas darle el alimento que necesita, dejar de criticar tu físico y agradecerle lo que te da; haz que sude y que se mueva, ten tus hormonas al día y duerme las horas que necesitas.
¿Por qué te explotas? ¿Por qué te exiges tanto? No entiendo porque lo haces… si lo tienes todo, lo eres todo, tienes toda la capacidad que necesitas para crear tu propia realidad, pero te tratas como tu propio esclavo, eres demasiado severo contigo mismo… y estoy aquí para pedirte que simplemente dejes de hacerlo.
Así es que ya sabes… si realmente quieres que me vaya, toma el timón de ti mismo, pregúntate qué has hecho, que te ha sacado de tu equilibrio interior. Pregúntate realmente cómo quieres vivir y lucha por esa vida, es tu vida, y solamente tú puedes decidir sobre ella… si a los demás no les parece, es porque los estás retando y tarde o temprano te seguirán, y si no… tendrán otra oportunidad, dales oportunidad.
El único control que puedes tomar es el de ti mismo, pero para recuperarlo, tendrás que aceptar que lo has perdido, y que dejes que yo me exprese, que salga a decirte con todos esos síntomas tan horribles que me inventé para decirte algo muy claro, pero si me reprimes y te distraes cada vez que llego… no podré hablarte y vendré más fuerte.
Así es que la próxima vez que me sientas llegar, haz un alto, cierra los ojos… déjate sentir todo lo que te estoy diciendo, apaga tu mente racional por un momento, déjate llevar… y entiéndeme.  Después, empieza el cambio en tu vida con acciones claras y específicas, y en menos de que te des cuenta, me iré.
Espero no tener que llegar muchas veces más en tu vida, pero si lo hago… recuerda que no quiero lastimarte, quiero ayudarte a que recuperes tu propio camino de evolución, el camino que si lo tomas, te hará muy feliz.
Y ya para terminar, ojalá que puedas verme como lo que soy: tu esencia.
Soy tú mismo gritándote con desesperación que me escuches por favor. Así es que hola, yo soy tú, hablándote desde el fondo de tu corazón, desesperado, tocándolo para que me pongas atención, lo que sientes no es taquicardia, soy yo, tu esencia, que quiere salir de ahí. 

Con cariño, tu esencia disfrazada de ansiedad.


(Texto original de  http://desansiedad.com/2013/11/20/carta-de-la-ansiedad-para-ti/   Modificado por Fabiola Alcalá Medina)

viernes, 26 de septiembre de 2014

No pongas tus límites, desafíalos

Muchas veces me he quedado asombrada de que manera nos imponemos no llegar a ciertos objetivos. Y sí, digo imponemos.

Cuántas veces no nos hemos propuesto algo, que, por parecernos extremadamente inalcanzable, nos hemos rendido antes de intentarlo, nos hemos convencido de que no lo lograríamos sin ni siquiera dar un primer paso que nos confirme nuestra teoría. En definitiva no nos dejamos ser, somos quienes imaginamos ser
Si imagino y realmente creo que no sirvo para bailar (sin haberlo intentado) seré esa persona patosa que no sabe mover su cuerpo al ritmo de la música, porque como realmente creo que no sirvo, no voy a perder tiempo en intentarlo, no voy a esforzarme, habré transformado mi pensamiento en realidad. 

Si por el contrario, decido darme una oportunidad y pienso que puedo conseguirlo, seguramente me apuntaré a clases, y con sorpresa, puedo descubrir que no solo se me da bien sino que soy uno de los alumnos más aventajados de la clase. Por otra parte, puedo apuntarme a esas clases y, a pesar de intentarlo, el resultado es nefasto, a pesar de intentarlo no logro dar pie con bola, realmente mi sentido del ritmo a la hora de acompasar mi cuerpo con la música es pésimo, realmente no valgo para bailar, es una realidad.

¿Cuántas veces te has detenido ante tus límites imaginados?
¿Cuántas veces te has detenido ante tus límites reales?

Parece que este chico de 16 años creyó realmente en que su meta imaginada podía convertirse en realidad, a pesar de que la realidad desde la que partía era bastante desalentadora, aún así en ningún momento dejó de intentarlo y de creer que realmente podía llegar donde imaginaba. Y lo consiguió.


lunes, 19 de mayo de 2014

Las marcas de la ira

Se cuenta que un niño estaba siempre malhumorado y cada día se peleaba en el colegio con sus compañeros. Cuando se enfadaba, se abandonaba a la ira y decía y hacía cosas que herían a los demás niños. Consciente de la situación, un día su padre le dio una bolsa de clavos y le propuso que, cada vez que discutiera o se peleara con algún compañero, clavase un clavo en la puerta de su habitación.
El primer día clavó treinta y tres. Terminó agotado, y poco a poco fue descubriendo que le era más fácil controlar su ira que clavar clavos en aquella puerta. Cada vez que iba a enfadarse se acordaba de lo mucho que le costaría clavar otro clavo, y en el transcurso de las semanas siguientes, el número de clavos fue disminuyendo. Finalmente, llegó un día en que no entró en conflicto con ningún compañero.
Había logrado apaciguar su actitud y su conducta. Muy contento por su hazaña, fue corriendo a decírselo a su padre, quien sabiamente le sugirió que cada día que no se enojase desclavase uno de los clavos de la puerta. Meses más tarde, el niño volvió corriendo a los brazos de su padre para decirle que ya había sacado todos los clavos. Le había costado un gran esfuerzo.
El padre lo llevó ante la puerta de la habitación. “Te felicito, estoy muy contento y orgulloso de ti.”, le dijo. “Pero fíjate en los agujeros que han quedado en la puerta, aunque la intentemos arreglar, nunca volverá a ser la misma. Cuando entras en conflicto con los demás y te dejas llevar por la ira, Las cosas que decimos dejan heridas en el corazón muy similares a estos hoyos. Aunque en un primer momento no puedas verlas, las heridas verbales pueden ser tan dolorosas como las físicas. No lo olvides nunca: la ira deja  cicatrices en nuestro corazón”.

El niño jamás olvidó lo que le enseñó su sabio padre aquel día. Cada vez que estaba a punto de ceder a la rabia y al mal humor, recordaba la trabajosa tarea de los clavos y los hoyos dejados en su puerta. Entonces elegía la calma y actuar movido por el amor. La tristeza lo invadía sólo con pensar que su furia y egoísmo podrían ser los responsables de los agujeros del alma de las personas a las que amaba.

lunes, 24 de marzo de 2014

Habilidades sociales y asertividad




Las habilidades sociales (HHSS) son una serie de conductas, pensamientos y emociones que:
-     - Aumentan nuestras posibilidades de mantener relaciones interpersonales satisfactorias
      -  Nos ayudan a conseguir que los demás no nos impidan lograr nuestros objetivos.
-     - Nos permiten relacionarnos con otras personas de forma que consigamos el máximo beneficio posible y un mínimo de consecuencias negativas.

Las relaciones con otras personas son nuestra principal fuente de bienestar; peros si tenemos déficits en HHSS pueden convertirse en la mayor fuente de estrés y malestar. La falta de HHSS nos conduce con frecuencia a emociones negativas como la frustración, la ira o el sentirnos rechazados.

La asertividad podemos definirla como un componente primordial de las HHSS, se trataría de una actitud de autoafirmación y defensa de nuestros derechos personales que incluye la expresión de nuestros sentimientos, preferencias, necesidades y opiniones de forma adecuada. No se trataría de lograr lo que uno quiere a cualquier coste ni controlar o manipular a los demás. Su objetivo es ayudarnos a ser nosotros mismos, a desarrollar nuestra autoestima y  a mejorar la comunicación interpersonal, haciéndola más directa y honesta.

Ahora bien ¿crees que eres asertivo contigo mismo? Compruébalo consultando esta tabla de Derechos Asertivos:


Tabla de derechos asertivos


-       Tengo:


1. El derecho a tener y expresar mis propios sentimientos y opiniones.
2. El derecho a decir “no lo sé”.
3. El derecho a no necesitar la aprobación de los demás.
4. El derecho a tomar decisiones ajenas a la lógica.
5. El derecho a no intentar alcanzar la perfección.
6.  El derecho a ser mi propio juez.
7.  El derecho a elegir si quiero o no dar explicaciones.
8. El derecho a rechazar peticiones sin tener que sentirme culpable o egoísta.
9. El derecho a tener en consideración mis propias necesidades
10. El derecho a cambiar
11. El derecho a decidir qué hacer con mi propio cuerpo, tiempo y propiedad.
12. El derecho a cometer errores, y ser responsable de ellos.
13. El derecho a pedir lo que quieras, dándote cuenta de que la otra persona tiene también el derecho a decir NO.
14. El derecho  a pedir información
15. El derecho a hacer cualquier cosa mientras no viole los derechos de alguna otra persona.
16. El derecho a mantener mi dignidad siendo adecuadamente habilidoso y asertivo.
17. El derecho a ser independiente.
18. El derecho a tener éxito
19. El derecho a tener derechos y defenderlos.
20. El derecho a estar solo cuando lo desee.
21. El derecho a ser tratado con respeto y dignidad.
22. El derecho a ser escuchado y tomado en serio.
23. El derecho a obtener aquello por lo que pago.
24. El derecho a decidir si cumplo las expectativas y los deseos de los demás o si actúo de forma que sólo me beneficie a mi mismo (siempre que no viole los derechos ajenos).
25. El derecho a discutir cualquier problema con la persona/s implicada/s con el objetivo de clarificarlo.
26. El derecho a escoger no comportarme de manera asertiva o habilidosa.