sábado, 2 de marzo de 2013

Cuando los gritos de ayuda se convierten en odio


"El autor de la masacre de Newtown (Connecticut), Adam Lanza, mató a 20 niños y seis adultos en la escuela elemental donde trabajaba su madre. Luego se cree que se disparó a sí mismo. Más temprano, dijo la policía, había matado a su madre.
Según testigos, no dijo nada mientras disparaba contra los niños, antes de suicidarse.
Aunque hoy todos hablan de Lanza, sus excompañeros no se acuerdan mucho de él.
Dicen que se vestía con elegancia y trabajaba duro, pero que apenas esbozó alguna palabra durante su paso por esa escuela."

Desgraciadamente noticias como esta se han repetido demasiadas veces en los últimos años. Esta ha sido una de las últimas masacres sucedidas en los EEUU a manos de un antiguo alumno.

Recientemente y a raíz precisamente de esta desgracia se abrió un debate candente sobre la legislación en el control de armas en el territorio americano. Aunque creo que es un tema que desde luego merece atención por parte de los órganos responsables de ejercer el control necesario sobre las armas de fuego, ya que ha quedado al descubierto que obtener un arma de fuego en ese país es demasiado fácil, pienso que no es el filón donde hay que centrar todos los esfuerzos para abordar este problema.
En la mayoría de los casos de asesinatos provocados por alumnos o exalumnos en centros de enseñanza tienen un nexo en común, se repiten frases como "era un joven solitario", "sorprendía el tono perturbador de algunos de sus ejercicios literarios", "rara vez hablaba", "pasaba la mayor parte de su tiempo en soledad", etc. Personalmente veo más peligroso lo que podía pasar por las cabezas de estos jóvenes y las consecuencias que podían tener, que las leyes que regulan la posesión de armas.

Está claro que si a una persona que no se encuentra emocionalmente estable, como era el caso de la mayoría de estos jóvenes, dejar en sus manos un arma es cómo lanzar una bomba de mano a escasos metros de donde nos encontramos, pero ¿no podrían haber provocado una desgracia igualmente, aunque a menor escala, sin estas armas? pensemos por ejemplo en explosivos caseros o armas blancas...
Estos jóvenes llegaron a el punto de convertirse en asesinos por un motivo más profundo que el verse con la posibilidad de adquirir un arma de la manera más fácil. Encontraron la manera más nefasta y dolorosa de hacerse escuchar, aunque fuese cuando ni siquiera ellos ya podrían oír.

Los adultos que rodeaban a estos jóvenes tenían la obligación de cuidar de ellos y proporcionarles ayuda si veían que algo no iba bien. Había señales claras de que estos jóvenes no eran felices, se encontraban al margen de la sociedad y no eran tenidos en cuenta. Pero se volvió la espalda como en muchas ocasiones.

Me quedo con una frase de uno de los entrevistados por Michael Moore para su documental sobre la matanza de Columbine en 1999.

Michael Moore: "Si pudieras charlar con los chicos de Columbine directamente ¿qué les dirías si estuvieran aquí?"
Entrevistado: "No les diría ni una sola palabra, escucharía lo que ellos tienen que decirme. Eso es lo que no ha hecho nadie".






2 comentarios:

  1. me ha gustado el articulo, creo que tienes razón en que prohibir las armas (aunque necesario) no e la solución. ya mencionas el documental de Moore, el llega a la conclusión de que el causante de estas masacres (en parte) es el miedo existente en la sociedad americana, ¿crees que es una de las razones?

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  2. Creo que el miedo es una de la emociones más potentes que pueden llevar al ser humano a tomar medidas equivocadas, y en ese caso si encuentro una importante relación con la legislación actual de las armas en EEUU. Pero en los casos de jóvenes a los que me refiero en esta entrada, creo que el problema no es el miedo, sino la incomprensión de chavales con graves carencias emocionales.

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